lunes, 23 de enero de 2012

MARTIN SEBASTIAN ARIAS JUILLERAT

(26 de Julio de 1980 /  30 de Diciembre de 2004)






El, acercándose a los cuarenta, iba a criar panza (producto de los asados y tintos con amigos)… también se iba a quedar pelado… consecuencia de los genes de papá. ¿Yo? Yo, iba a envejecer con gracia (como la familia de mamá)… pero un tanto desequilibrada (también como la familia de mamá)… y él, mi hermano menor, se iba a encargar de encontrarme un lindo geriátrico.
Soñamos nuestros futuros infinitas noches, charlamos, peleamos, reímos y de a poco armamos nuestras vidas, nos vimos con el tiempo encima, planificamos como envejecer y enloquecer (en mi caso), juntos.
El 30/12/2004 me dijeron que ya no habría quien me interne en el geriátrico, ni tendría el gusto de verlo quedar pelado.
El 30/12/2004, nos quedamos sin sueños, sin futuro. 

Yo le llevaba casi dos años al “Flaco”… su historia es casi la mía.
Martín, nació el 26 de julio de 1980, en Palermo Viejo, en la misma casa en que todavía vivimos. Sus pasiones: Boca y La Renga. Sus afectos: La familia y los amigos (aunque, sin ánimo de presumir, el último tiempo lo pasaba con sus “tres amores”: su novia, Caro, mi vieja y yo). Crecimos juntos, armamos carritos con rulemanes, jugamos a las escondidas y el carnaval, inauguramos nuestro “kiosquito”, peloteamos por todo el barrio, nos metimos en todos los baldíos posibles e hicimos los funerales de cuando animalito se moría por las calles.
Empezamos a laburar de chicos (papá se quedó sin trabajo) y él finalmente decidió dejar la escuela y rebuscárselas… fue una gran pelea… ahora, a los 24 años, había comenzado cursos y a preocuparse por estudiar (sin dejar jamás de trabajar).
Todo el barrio lo conocía, todo el mundo lo saludaba… el resto de la familia éramos algo de él: “esa, es la hermana de Martín”, “esa, es la mamá de Martín”, “ese el papá”, “ella es la novia”, “aquella la abuela”… era nuestro carné de presentación.
Era común encontrarlo en la puerta de casa, a última hora de la tarde, con cerveza y amigos.
A la noche, se reportaba de Caro, su novia desde los 16 y, en algún momento llegaba a casa. Por las noches, la charla, lo vivido y lo por vivir. El futuro soñado.
Compartimos la pieza, desde los orígenes de nuestras existencias. Cuando nos podrían haber separado, no había plata para otra habitación, cuando hubo plata, papá y mamá pensaron que ya estábamos en edad de irnos, cuando se dieron cuenta que no nos íbamos, retomaron la idea, pero nosotros ya estábamos acostumbrados así. Yo necesitaba que “alguien” me pise el traste para subir a su cama y “alguien” que hable dormido y que conteste del mismo modo manteniendo una conversación coherente, él, necesitaba que lo despierten a los golpes (tenía sueño pesado).
¿Cómo era el “Flaco”? El “Flaco” era amiguero, buen pibe, trabajador, cariñoso… de pronto pasó de ser el nene al que protegía, a ser un hombre que protegía (sin dejar de ser lo anterior). El “Flaco” era alegre, siempre mirando el vaso medio lleno, dispuesto a dar una mano a cualquiera… el “Flaco” era un vago también, mimoso… recuerdo siempre cuando se sentaba en el sillón, y mamá, Caro y yo, nos tirábamos encima de él y él feliz decía “Ahora si. Mis tres mujeres. Malcríenme. Malcríenme.”
El “Flaco”, Martín, mi hermano, era un sol.

















JUSTICIA POR MARTIN !!!!

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