"Gorrión de la calle".
A Sebastián no le gustaba nada estar encerrado. Había pasado como una exhalación por las aulas de Medicina y decidió que los planes a largo plazo no eran para él.
Amigos, gimnasio, armar una computadora para su hermano o poner el sueldo a disposición de la familia, cada mes: eso era lo suyo.
Además de Boca y la música, por supuesto. Y un ritual: comer en casa, tratando de evitar que "la vieja" trabajara de más. Intento inútil pero amoroso: ella siempre iba a tratar de esperarlo con algo rico para comer .
Como esa última noche, en que "Seba" terminó de trabajar en el centro de fotocopiado a las siete y volvió a casa, a encontrarse con "el Ruso Ariel", su amigo del alma, que había nacido el mismo día que él. Y que lo esperaba con el auto en la puerta y una chica en el asiento de atrás. Una vez más, por última vez, el ritual familiar se repitió cuando "Seba" fue a cruzarse con su madre que llegaba, compras en mano y con la pregunta de siempre: "¿Te espero a comer?" .
El sonrió, y subiendo al auto rumbo a Cromañón respondió: "No, mami, no me esperes. Esta noche va a ser la más larga del mundo. Eterna, va a ser".
JUSTICIA POR SEBASTIAN!
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